Pro Francisco

Las tres P del Papa en Bolonia: Palabra, pan y pobres

Las tres P del Papa en Bolonia: Palabra, pan y pobres

(José M. Vidal).- El Papa Francisco concluye su visita a
Cesena y Bolonia con una misa multitudinaria en el estadio Dal'Ara de
Bolonia y la entrega de las tres P: palabra, pan y pobres, como señas de
identidad del cristiano, ante el que se abren dos caminos; "ser pecador
arrepentido o pecador hipócrita".


El altar, colocado en una de las tribunas del estadio, con la imagen de la Virgen a la izquierda. En el altar, la famosa frase del cardenal Lercaro: "Si compartimos el pan deñ cielo, ¿cómo no vamos a compartir el pan de la tierra?"


Detrás del altar, un gran cartel con la frase: "Dadles vosotros de comer".


La primera lectura del libro del profeta Ezequiel. Tras el salmo 23,
la segunda lectura de Pablo a los Filipenses. Y el Evangelio de Mateo.


Algunas frases de la homilía del Papa


"La Virgen nos puede ayudar a comprender la ternura materna de la Palabra viva"



"HOy, nos provoca mediante la parábola de los dos hijos"



"Con esta palabra, Jesús pone ante nosotros dos caminos"



"Pecadores que se levantan o pecadores sentados, siempre dispuestos a justificarse"



"Custodios de las tradiciones humanas, incapaces de entender que la vida es en camino y pide arrepentirse y recomenzar"



"no existe una vida cristiana hecha en una mesa de trabajo"



"La vida cristiana es un camino humilde, de una conciencia no rígida, que sabe arrepentirse y confiar en Él, sin presumir jamás"



"La hipocresía y la doble vida, el clericalismo, el legalismo y el distanciamiento de la gente"





"Arrepentimiento y conversión continua"



"Dos caminos: Ser pecador arrepentido o pecador hipócrita"



"El Señor busca puros de corazón, no puros por fuera"



"Reciperar el encuentro entre padres e hijos"



"No renunciar jamás al encuentro y al diálogo"



"Tres puntos de referencia: las tres P"



"EL primero es la Palabra, que es la brújula para caminar"



La segunda p es el pan eucarístico, donde todo comienza"



"La Iglesia nace y vive en torno a la eucaristía"



"La tercera p son los pobres"



"De la eucaristía a los pobres vamos a encontrar a Jesús"



"La palabra, el pan y el pobre. Que no olvidemos jamás estos alimentos básicos, que sostienen nuestro camino"




Texto completo de la homilía del Papa


Celebro con ustedes el primer domingo de la Palabra: la Palabra de
Dios hace el arder el corazón (cf. Lc 24,32), porque nos hace sentir
amados y consolados por el Señor. También Nuestra Señora de San Lucas,
el evangelista, puede ayudarnos a entender la ternura materna de la
palabra "viva", y al mismo tiempo "aguda" como en el Evangelio de hoy:
de hecho, penetra en el alma (Efesios 4:12) y saca los secretos y las
contradicciones del corazón.


Hoy, nos apela a través de la parábola de los dos hijos, que ante
el pedido del padre de ir a su viña responden: El primero no, pero luego
va; el segundo sí, pero luego no va. Hay, sin embargo, una gran
diferencia entre el primer hijo, que es perezoso, y el segundo, que es
hipócrita. Intentemos imaginar lo que pasó dentro de ellos. En el
corazón del primero, después de decir no, resonaba aún la invitación de
su padre; en cambio en el segundo, a pesar del "sí", la voz de su padre
fue enterrada.


Pecadores en camino y pecadores sentados


El recuerdo del padre levantó al primer hijo de la pereza,
mientras que el segundo, que tenía una buena predisposición contradijo
"el decir con el hacer". De hecho, se había convertido en impermeable a
la voz de Dios y de la conciencia, que de esta forma había abrazado sin
problemas la dualidad de la vida. Jesús con esta parábola pone dos
caminos por delante de nosotros, que como experimentamos, no siempre
estamos dispuestos a decir sí con palabras y obras, porque somos
pecadores. Pero podemos elegir entre ser pecadores en camino, que
permanecen escuchando al Señor y cuando caen se arrepienten y se
levantan, como el primer hijo; o ser pecadores sentados, listos para
justificarse siempre y sólo en palabras según aquello que les conviene.


Estas palabras Jesús las dirije a algunos jefes religiosos de
aquel tiempo, que se parecían al hijo de la "doble vida", mientras que
la gente común normalmente se comportaba como el otro hijo. Estos jefes
sabían y explicaban todo, en un modo formalmente intachable, como
verdaderos intelectuales de la religión. Pero no tenían la humildad de
escuchar, el coraje de preguntarse, ni la fuerza de arrepentirse. Y
Jesús es muy severo: dice que incluso los publicanos les preceden en el
Reino de Dios.


Es una reprensión fuerte, porque los publicanos eran los corruptos
traidores de la patria. ¿Cuál era entonces el problema de estos jefes?
No estaban equivocados en el concepto, sino en el modo de vivir y pensar
delante de Dios: eran, en palabras y con los otros, custodios
inflexibles de las tradiciones humanas, incapaces de comprender que la
vida según Dios es "en camino" y requiere la humildad de abrirse,
arrepentirse y recomenzar.




La palabra clave es "arrepentirse"


¿Qué nos dice ésto a nosotros? Que no existe una vida cristiana
con reglas fijas, construida científicamente en la cual basta con
cumplir algunas normas para tranquilizar la conciencia: la vida
cristiana es un camino humilde de una conciencia que nunca es rígida y
siempre está en relación con Dios, que sabe arrepentirse y confiarse a
Él en su propia pobreza, sin presumir nunca de bastarse por sí misma.


Así se superan las versiones revisadas y actualizadas de aquel mal
antiguo, denunciado por Jesús en la parábola: la hipocresía, la doble
vida, el clericalismo que se acompaña del legalismo, el alejamiento de
la gente. La palabra clave es arrepentirse: es el arrepentimiento lo que
permite no endurecerse, el transformar un no a Dios...en un sí, y el sí
al pecado...en un no por amor al Señor. La voluntad del Padre, que cada
día delicadamente habla a nuestra conciencia, se cumple sólo en la
forma del arrepentimiento y de la conversión continua. En definitiva, en
el camino de cada uno hay dos caminos: ser pecadores arrepentidos o ser
pecadores hipócritas. Porque lo que cuenta no son los razonamientos que
justifican e intentan salvar las apariencias, sino un corazón que
avanza con el Señor, que lucha cada día, se arrepiente y regresa a Él.
Porque el Señor busca a los puros de corazón y no a los "puros por
fuera".


Buscar el encuentro hacia un nuevo equilibrio


Veamos ahora, queridos hermanos y hermanas, que la Palabra de Dios
excava en profundidad, "discierne los sentimientos y los pensamientos
del corazón" (Eb 4, 12). Pero es también actual: la parábola nos llama
incluso a pensar en las relaciones, no siempre fáciles, entre padres e
hijos. Hoy en día, a la velocidad con la que se pasa de una generación y
a la otra, se advierte con mayor fuerza la necesidad de autonomía del
pasado, a veces hasta llegar a la rebelión. Pero después de los
encierros y los largos silencios de una parte a la otra, es bueno
recuperar el encuentro, aunque sea vivido entre conflictos ya que estos
pueden convertirse en estímulo de un nuevo equilibrio. Como en la
familia, así en la Iglesia y en la sociedad: nunca renunciar al
encuentro, al diálogo, a la búsqueda de nuevas vías para caminar juntos.




Las tres "P" como referencia en el caminar cristiano


En el camino de la Iglesia surge a menudo la pregunta: ¿hacia
dónde caminar, cómo caminar hacia adelante? Quisiera dejarles como
conclusión de esta jornada, tres puntos de referencia , tres "P": La
primera es la Palabra, que es la brújula para caminar en la humildad,
para no perder el camino de Dios y caer en la mundanidad.


La segunda es el Pan, el pan eucarístico, porque en la Eucaristía
comienza todo. Es en la Eucaristía donde se encuentra la Iglesia: no en
las habladurías y murmullos, sino aquí, en el Cuerpo de Cristo
compartido por gente pecadora y con necesidad, pero que se siente amada
y por tanto desea amar. De aquí se parte y nos reencontramos cada vez;
este es nuestro inicio irrenunciable del nuestro ser Iglesia. Lo
proclama "ad alta voce", el Congreso Eucarístico: la Iglesia se congrega
así, nace y vive en torno a la Eucaristía, con Jesús presente y vivo
para ser adorado, recibido y compartido cada día.


Por último, la tercera P: los Pobres. Aún hoy, lamentablemente
muchas personas carecen de lo necesario. Pero también hay tantos pobres
de afecto, personas solas, y pobres de Dios. En todos ellos encontramos a
Jesús, porque Jesús en el mundo ha seguido el camino de la pobreza, del
anulamiento, como dice San Pablo en la segunda lectura: "Jesús se abaja
a sí mismo asumiendo una condición de siervo"(Fil 2,7). De la
Eucaristía a los pobres, vamos a encontrar a Jesús. Ustedes han
reproducido la frase que el cardenal Lercaro amaba ver puesta en el
altar: "Si compartimos el pan del cielo, ¿cómo no compartir el pan de la
tierra?". Nos hará bien recordarlo siempre. La Palabra, el Pan y los
Pobres: pidamos la gracia de no olvidarnos nunca de estos alimentos-
base, que sostienen nuestro camino.


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